Soltar duele. No hacerlo… suele doler más.
Dalai Lama
Por naturaleza los seres humanos tendemos a establecer lazos y dependencias a personas y cosas. Lo anterior muchas veces nos genera el ya famoso “miedo a la pérdida” que tiene como consecuencia una dependencia que nos limita y deja minus válidos emocionalmente. El apego es un estado emocional de vinculación compulsiva a una cosa o a una persona. Se compone de dos elementos, uno positivo y otro
negativo. El elemento positivo es la emoción que se genera al conseguir aquello que deseamos. El Negativo es cuando se desarrolla la sensación de amenaza y tensión que te induce a un desorden emocional y te roba la paz.
Pues bien, ¿Cómo darnos cuenta de que estamos en un estado de apego? Las personas que no han desarrollado la madurez ó inteligencia emocional adecuada tendrán, sin duda, dificultades para tolerar el sufrimiento en ellos mismos, la frustración y la sensación de incertidumbre. Muchas veces por tratar de evitar el sufrimiento desarrollamos “apego” a personas ó situaciones de la vida, de tal forma que de manera muy inconsciente incrementamos el nivel de sufrimiento que nos llevará a fortalecer dicha situación.
El autor de la Teoría del Apego John Bowlby (1907-1990), la define como “Una manera de enterrarse en vida” y nos muestra la gran diferencia entre: “Desarrollar Apego” y “Desarrollar Vínculos”. Cuando desarrollamos vínculos, aludimos a la posibilidad de generar una relación y conexión emocional saludable, en cambio, cuando desarrollamos apego, nuestra visión del otro se ve afectada cuando generamos una dependencia que no nos permite crecer como individuos. La persona con dependencia emocional necesita al otro para disfrutar (Sayers, 2002).
Es increíble que en nuestra sociedad cada vez tendemos a desarrollar apego a objetos materiales que nos generan una felicidad “momentánea”. A partir de estos momentos comenzamos a desarrollar y construir nuestra felicidad, reduciéndola a esto… a simples momentos. A lo anterior que la idea del consumismo está cada vez más latente entre nosotros como padres e hijos. Queremos y consumimos más para generarnos pequeños momentos de felicidad que desagraciadamente cada vez son de menor calidad e incluso desechables. A continuación les dejo una lista sobre: ¿Cómo darnos cuenta si actualmente poseemos una situación de vida con tendencias al “apego”?
- Su felicidad se centra en una sola persona. No disfruta de otra cosa que no sea estar con quien ama o aprecia.
- Su alegría depende de cómo le tratan los demás y de lo que piensen de ellos.
- Evitan a toda costar llevar la contraria para evitar enfrentamientos, le invade el temor a molestar o a ser rechazado.
- Antepone el deseo de otros al suyo. Solo se siente bien consigo mismo si se siente querido. Si no hay alguien a quien querer, se siente vacío, sin amor propio.
- Solo se siente bien consigo mismo si se siente querido. Si no hay alguien a quien querer, se siente vacío, sin amor propio.
- Cae fácilmente en chantajes emocionales.
- Sacrifica su felicidad para dársela a otros.
- No tiene la fortaleza de cortar un contacto porque tampoco siente que tiene la capacidad de salir adelante sin esa persona a la que quiere.
Diciembre ya llegó y con él el cierre de un año con metas ya cumplidas y otras tantas por concluir. Los invito a “soltar” todo aquello que nos estorba y no nos deja fluir como individuos, con todo lo valioso que hoy somos y tenemos. Este mes siempre llega con una gran oportunidad y un regalo, el regalo de compartir. Regala a los demás la posibilidad de conocerte aún más, regala el valor del altruismo, regala el don de la felicidad. Compartamos y hagamos crecer en familia nuestros valores, y si es necesario, hagamos una y otra vez nuestra jerarquía para conducirnos en la sociedad cada vez más íntegros y completos.
Revisa tu sistema de creencias y quédate con la que te motive a ser siempre una mejor persona.
El dolor te sucede, el sufrimiento lo decides.
Mahatma Gandhi
Elaborado por:
Diana Arreola Torres
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